La pérdida auditiva neurosensorial tiene lugar cuando hay algún daño en el oído interno o en los nervios que van del oído al cerebro.
La pérdida auditiva neurosensorial es permanente y puede hacer que incluso los sonidos fuertes suenen apagados.
La edad es una de las principales causas de todos los tipos de pérdida auditiva, incluida la neurosensorial. Uno de los primeros indicios de pérdida auditiva progresiva es la dificultad de entender el habla si hay ruido de fondo. Tiende a desarrollarse a partir de los 60 años.
La pérdida auditiva neurosensorial también puede deberse a la exposición a ruidos fuertes, lo que puede acabar dañando el oído interno. Estamos continuamente expuestos a sonidos, tanto en el trabajo como fuera.
La pérdida auditiva neurosensorial de carácter genético puede afectar a los bebés desde que nacen o desarrollarse más adelante.
Inyecciones durante el embarazo, complicaciones en el parto, un parto prematuro o predisposiciones hereditarias pueden provocar una pérdida auditiva neurosensorial en el recién nacido.
Ciertos medicamentos y tratamientos del cáncer pueden tener como efecto secundario la pérdida auditiva neurosensorial.
Se recomienda el tratamiento temprano, ya que la pérdida auditiva neurosensorial puede llevar al aislamiento y a una reducción de la calidad de vida.
Los tratamientos médicos o quirúrgicos rara vez pueden corregir este tipo de pérdida auditiva, pero los audífonos suelen ayudar a las personas que la padecen.
La mejor forma de diagnosticar y tratar la pérdida auditiva neurosensorial es acudir a un audioprotesista para realizar una prueba de audición completa.
